Razón y emoción


Desde la razón y la emoción nos encontramos a diario. Ellas marcan muchas veces el ritmo a seguir, el camino a tomar y los resultados que buscamos. En este artículo voy a ubicar a ambas en un foco cotidiano al que nos sometemos todos, un instante crucial en nuestro día a día, la toma de decisiones. 

En la toma de decisiones podemos observarnos en un proceso tan consciente, como inconsciente. Entender el mecanismo que más posibilidades nos trae es parte de un conocimiento experimentado y adquirido. Dejar de lado las emociones, no siempre es eficaz o posible. Tomar decisiones desde las emociones, olvidándose de la razón, tampoco es garantía de buenos resultados. Así, para tomar decisiones lo mejor es mezclar razón y emoción.

Encontrar un equilibrio inteligente entre lo racional y lo emocional es clave para aumentar el éxito a la hora de tomar decisiones. Al mismo tiempo, este equilibrio es el resultado de la experiencia vital y, por lo tanto, de muchos errores.

Quizás la primera decisión inteligente que podemos tomar es dejar de enfrentar a la razón y al corazón (emociones), ya que, si lo pensamos bien, en la mayoría de las ocasiones suelen elegir la misma opción. Sin embargo, desgraciadamente, separar razón y emoción es algo muy común.

¿Existen las decisiones acertadas?
Todos queremos tomar las decisiones acertadas. Pero ¿qué es una decisión acertada? Pregunta difícil de responder. Hay quien diría que la decisión acertada es la que más beneficio nos aporta. Pero esto no siempre es claro, sino todo el mundo escogería la decisión que más le beneficia sin importar las consecuencias para los demás.

Por ejemplo, al enamorarnos, las emociones cogen fuerza y tienden a hacerse con el mando de nuestras decisiones. Durante el enamoramiento, de alguna manera somos ciegos, pero también sordos. Ahora bien, desde fuera, ¿es esto lo que más nos beneficia?

Razón y emoción sin mezclar
¿Qué pensaríamos de una persona que toma decisiones puramente racionales? Sabiendo que a una persona solo le importan los beneficios, no nos fiaríamos. No sería una persona en la que pudiéramos confiar. Sin embargo, esperamos que las personas sean racionales para fiarnos de ellas.

Lo cierto es que la empatía, la capacidad de percibir emociones en los demás, es lo que hace que confiemos en otras personas más que su racionalidad. Vamos a confiar más en aquellas personas que son capaces de sonreírnos o emocionarse frente a nuestro dolor.

Esto es más fácil de ver en los adolescentes. A esa edad, suelen tomar decisiones que implican grandes riesgos. Al no haber madurado, el control de las emociones es menos eficiente y, por tanto, la influencia en la toma de decisiones se ve influida por las emociones. Afortunadamente, las experiencias en esta etapa de la vida van a llevar a la maduración de esta parte del cerebro.

El papel de la emoción en la toma de decisiones
Hasta ahora parece que hay una gran contradicción. Decimos que lo mejor a la hora de tomar decisiones es mezclar razón y emoción, pero hasta aquí solo se ha hablado de la influencia "negativa" de las emociones. Para comprender el papel de las emociones es necesario entender que son los marcadores somáticos.

Los marcadores somáticos son sentimientos que sirven de guía a la hora de tomar decisiones. Estos marcadores nos ayudan a decidir qué opción será la mejor para nuestros intereses, sobre todo cuando la razón maneja tantos elementos que no es capaz de decantarse por una opción clara.

Los marcadores somáticos también se pueden entender como intuiciones que se han generado a partir de la experiencia pasada. Las intuiciones nos advierten de las consecuencias de optar por algunas decisiones.

Por ejemplo, si pasamos por una calle en la que hace tiempo nos sucedió algo, vamos a tener la sensación de que es mejor ir por otra calle. Pero estas intuiciones no siempre son conscientes. Por tanto, puede que cambiemos de calle de repente, sin saber dar una razón en caso de que nos pregunten.

Las emociones a veces actúan como una alarma ante las opciones que no nos convienen. Cada emoción vivida nos trae información; algunas sirven de alerta, otras son motivantes y otras simplemente corresponden a estados emocionales de acuerdo a momentos vividos.

Junto con esa intuición están los procesos racionales, los cuales permiten sopesar los pros y los contras. Esta dualidad entre razón y emoción es la que guía nuestras decisiones y la que nos hace seguir adelante, sin dejar de ser quienes somos, mientras somos.

Con cariño.
Pao.

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